Hace poco un cliente me preguntaba porque con los ratones "nuevos" tenía que poner un papel a modo de alfombrilla debajo del mismo para que funcionase bien, si con los más antiguos no necesitaba de ese accesorio. Simple, al pasar de bola a óptico, la superficie debe tener una determinado consistencia, y en cristal o acabado brillante o no funciona, o tiene un movimiento tembloroso.
Desde que se creó en 1968 el primer ratón, este ha avanzado como toda la tecnología, a pasos agigantados, y tenemos variantes para todos los gustos:
– Por tracción, mecánica (el de bola de siempre), trackball (una bola en si sobre un soporte), touchpad (que incorporan multitu de portátiles), óptico (el más común de los modernos) y láser (de gran precisión, triunfando entre jugones y diseñadores).
– Por conexión, con cable, infrarrojos, radiofrecuencia y bluetooth.
Y el simple accesorio, las almohadillas, se han convertido en algo si no imprescindible, si en necesario para quien quiere aumentar la precisión y sensibilidad del mismo, viéndose modelos que se equiparan en precio a los buenos ratones.
En un futuro no muy lejano, más bien que ya está aquí, vemos como se pasa a controlar los dispositivos con otros elementos externos – o sin ellos – , controlador neuronal, guante giroscópico, cámaras de reconocimiento de movimiento… así hasta que nos liberemos de quien nos ha acompañado toda la vida.